Opinión

Borrachera con suerte

Hay borracheras y borracheras. Muchas traen desgracias y, en el mejor de los casos, desagradables resacas. Pero otras, las menos bien es cierto, propician suerte. Es lo que parece que le ha ocurrido al inefable profesor Jesús Neira a quien unas copas de más, según él apenas una precedida de un vaso de vino, le han cambiado la vida. Para mal si nos ajustamos a las consecuencias aunque para bien si hemos de creernos sus palabras. Neira pasó en pocos meses de usufructuar la gloria del héroe a sufrir las miserias del ciudadano vulgar, tirando a prepotente y bravucón. Hace unos días corrió peligro e hizo peligrar la vida de otras personas dando bandazos por la M40, sopló los excesos de sus libaciones y, tras revelar que multiplicaba por tres el límite de alcohol en sangre, tuvo que pasar por una engorrosa comparecencia ante el juez y una condena severa, con multa de 1.800 euros incluida, además de ver cómo su admirada Esperanza Aguirre, que meses atrás tantas consideraciones le proporcionaba, no sólo evitó ponerse al teléfono cuando la llamó, sino que le dejó sin empleo por la expeditiva vía administrativa de suprimir el Observatorio de la Violencia de Género que por su encargo presidía. . Pero todo ello al valiente profesor no le ha deprimido ni entristecido. ¡Qué va! Está encantado, primero porque al quedarse sin permiso para conducir no tendrá que pasarse al volante horas y horas como hacemos otros mortales, ni, tal vez, preocuparse de la alcoholemia en sangre después de las comidas. Una ventaja, desde luego. La otra es que al haberse quedado sin empleo, a partir de ahora tendrá más tiempo libre para no hacer nada aparte de renegar de cuando se mueve que, al parecer, es algo que le priva. Y no hacer nada, ya es sabido, incluso para los héroes siempre tiene su aquel.

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