Opinión

Amores tatuados

Le llaman “sexting” en Estados Unidos, es una manera de calentarse por mensajes de teléfono móvil que no deja de ser un juego para dos hasta que aparece tu pareja y los lee. Entonces el “sexting” se convierte en tragedia sentimental. Le ha pasado a Eva Longoria con su marido Tony Parker que, a su vez, mantenía una relación epistolar con una señora.

A Longoria, que es “mujer desesperada” en función de su papel en la serie le ha pasado lo que decía la letra de “Pedro Navaja”: “si naciste para martillo del cielo te caen los clavos”.

Puede ser parecido a lo de Tiger Woods pero en versión postal, más Light pero no menos cochino porque Parker no es precisamente Quevedo a la hora de escribir metáforas de la carne. Lo suyo es subir el campo y driblar a tipos que miden más que los cimientos del Empire State, siempre con un balón en la mano y con mucho cuidado de no perderlo. A Eva le ha parecido que era un catálogo porno por entregas y por eso le ha pedido el divorcio, o lo que es lo mismo: libertad para tener a otra persona cerca con un móvil por descubrir. En el fondo si nos leyeran las ideas nos iba a pasar como con los mensajes sms, nadie está a salvo de su letra pequeña.

Ahora Eva tiene dos problemas: el de romper la relación sentimental y el de borrar huellas físicas porque en su muñeca, y cuello, lleva tatuados fecha de boda y número de camiseta de Parker. Lo suyo es que se busque a otro base con el mismo número, así tanto dolor no habrá sido en vano.

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