Opinión

Redescubriendo la pólvora

Los políticos que mal que bien nos gobiernan en este año 2011, primero de la revolución árabe que no ha hecho más que empezar, acaban de redescubrir la pólvora, o sea que Muamar el Gadafi, al que casi todos abrazaron como colega respetable y algunos hasta reverenciaron, controlaba petróleo pero… es un loco, un mesiánico, un represor irrefrenable y un asesino de la peor ralea.

Les costó descubrirlo y confirmarlo, y eso que quien más quien menos en Libia y alrededores lo sabía bien y tenía ejemplos para ilustrar sus testimonios. Estaba lo del avión repleto de inocentes pasajeros que sus esbirros derribaron sobre el Reino Unido, y sobre todo estaba el estacazo y tente tieso con que mantenía en orden y primer tiempo de saludo a los seis millones de sufridos súbditos esparcidos por el extenso territorio que desde hace cuatro décadas mantenía bajo su férula. Fue necesario que muchos se sublevasen, aquí a las puertas de Europa, para que el viejo continente y los propios Estados Unidos empezasen a percatarse de la calaña del dictador de la jaima y el camello que, rodeado de guardaespaldas vírgenes, se paseaba por el mundo con la misma prepotencia que los herederos mafiosos de las riquezas residuales del imperio soviético.

Gadafi y su Libro Verde, saturado de chorradas políticas y místicas, van a perpetuarse muy pronto como los herederos de Hitler y su Mein Kaf. Es, algunos ya lo habíamos escrito sin el menor éxito, uno de nuestros coetáneos más impresentables, más deleznables y más temibles con que algunos seres humanos han tenido la desgracia de coincidir en este comienzo de siglo. Pero el crudo y los petrodólares lo han venido ocultando; los intereses han logrado que Occidente y su influencia intelectual se auto ocultasen la realidad que de pronto ha aflorado, ya sin remedio, en una matanza, en un genocidio; miles de víctimas de la libertad claman en estos momentos trágicos contra quienes le rieron a Gadafi las extravagancias, le facilitaron los negocios familiares y le dejaron llegar tan lejos con sus oprimidos conciudadanos.

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