Si Barack Obama consigue ser reelegido tendrá alguna posibilidad de pasar a la historia como el político que consiguió cambiar los paradigmas en vigencia en el inicio del siglo XXI. O, dicho de otro modo, las teorías de la revolución conservadora que pusieron en marcha Ronald Reagan y Margaret Thatcher y que defendieron también, sin demasiado recato, figuras como Bill Clinton o Tony Blair que, teóricamente, procedían de territorios ideológicos bien distintos.
Los dubitativos comienzos en el poder de quien es el primer presidente de raza negra de la historia y que tan poco han tenido que ver con las expectativas que desperto su elección pueden aún quedar en una simple anécdota si aprovecha el tiempo que le resta hasta la propia batalla electoral para sacar adelante los temas más espinosos de su agenda. Sobre todo aquel que recuerda que el único objetivo de la actividad económica debe ser asegurar el pleno empleo en los países y atenuar las desigualdades.
