Opinión

Raúl necesitaba el visto bueno del PC cubano

En la medida en la que pasa el tiempo y actúa como filtro que permite mejorar la visión y el análisis, los más ilustres cubanólogos parecen sacar conclusiones más precisas sobre el evento que tuvo lugar la pasada Semana Santa en La Habana. Ese VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) destinado a pasar a la historia, por mucho que sus resoluciones vengan sin fecha de aplicación concreta y haya un periodo ‘insinuado‘ de entre cinco y diez años para ponerlas en marcha.

En este sentido, la percepción de los observadores sobre el cónclave coincide en que desde un punto de vista institucional, respecto a la arquitectura del sistema de poder en la mayor de las Antillas, la aprobación de estos lineamientos tiene un valor estratégico claro. Antes de llevar a cabo estas reformas era imprescindible contar con la carta blanca de ese PCC que, en realidad sólo existe nominalmente, pero del que no se puede prescindir sin tener que dar explicaciones sobre un cambio que requeriría ‘retoques‘ en la Constitución.

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