Opinión

Papandreu

Cada tragedia elige bien a sus protagonistas, Papandreu tiene aspecto de gerente de funeraria de lujo, con un traje oscuro quedaría muy bien al pescante de un coche fúnebre. Nadie como él para llevar las riendas, (de los corceles negros), y de la economía de un país que ha dejado de ser un proyecto para convertirse en una ruina. Grecia hace honor a las postales, todo es piedra por el suelo y cenizas mezcladas con matojos secos.

Detrás de la catástrofe económica está una mala gestión de gobiernos que entendían que lo público no es de nadie y fueron trapicheando con las cuentas hasta que las arcas se quedaron en arcadas. Y, como siempre, el pueblo de rehén para soportar los desmanes, aunque el pueblo también tiene parte de culpa al no haber cantado las cuarenta antes de tiempo. Las imágenes del Parlamento de Atenas sitiado no dicen nada bueno, al revés, recuerdan a aquellas litografías de pasajeros apelotonados en torno a los botes del Titanic. En realidad los que ponen sitio no quieren entrar al Parlamento sino huir.

Grecia es el resultado de muchas mentiras unidas que puestas en fila provocan una enorme suspensión de pagos que acaba en pobreza. Las grandes fortunas del país hace tiempo que pusieron tierra de por medio, las crisis son para los pobres y que ellos se repartan sus consecuencias.

Cuándo se difumine el humo de los botes que tiran los policías nos daremos cuenta de que Papandreu llevaba años ahí, tal vez siglos, a la espera de rezar el responso de Grecia ante la tumba del capitalismo.

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