Mi jefe dice...

Grecia y la ceremonia de la confusión

Sombras chinescas, eufemismos, trampas variadas…Así describe mi jefe en los últimos tiempos el siniestro listado de fórmulas lingüísticas que emplean los responsables de la Unión Europea para referirse al presunto rescate de Grecia.

El mismo concepto, cada vez más extendido, de la necesidad de rescatar a Atenas sería falso, según mi jefe. Negro sobre blanco, dice, de lo que se trata aquí es de rescatar a algunos grandes bancos, alemanes, franceses e ¿italianos? Justo los que prestaron más de lo que tenían. Y, de paso, quedarse con media Grecia, por supuesto.

Otro curioso equívoco es esa frase en la que se asegura que ‘los bancos deben contribuir al rescate’. Cuando lo que se quiere decir es que las agencias deben estar de acuerdo en darle al prestatario más tiempo para que pague a sus acreedores sin que estos tengan que anotarse en sus balances las consecuencias de una suspensión de pagos que les consumiría capital y volvería a acercarles a la quiebra.

Hay otros tantos, dice mi jefe, pero, por ahora, estos son los que han tenido más éxito a la hora de confundir al personal y convertir en culpables a los inocentes habitantes de Grecia y en inocentes a los banqueros que no supieron hacer su trabajo,.

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