Opinión

Lecturas de piscina

Ya lo siento por Camps que esperaba acaparar toda la atención mediática, pero el personal en la piscina sigue más de cerca las fotos de Paula Vázquez en su esquemática desnudez, y el culebrón de Murdoch sobre todo a partir de que su mujer le diera un gancho al tipo que apareció con una tarta. Lo que es escucha entre chapuzón y chapuzón es: «¡estos ingleses sí que saben debatir de cosas interesantes!». Pero no tanto porque el personal esté al cabo de la calle de lo que ocurre a Murdoch si no porque ha habido tartazo.

Desde que la mujer de Murdoch irrumpió en escena como hacía la madre de Tamara que arreaba con el bolso a los que se metían con su hija, el caso de las escuchas ha tomado otra dimensión. Es posible que no recuerden el nombre del jefe de Scotland Yard que se dejó corromper en un balneario, pero ya nadie ignora cómo se las gasta madame Murdoch cuándo se meten con su marido. Imaginen lo que hubiera sido a la ex de Bono, (cuándo no era ex), arreándole a Miguel Sebastián por no llevar corbata. O a la pareja de Sinde, (por hacer una comparativa igualitaria), metiéndole un soplamocos a González Pons por cuestionar lo que ocurrió en la SGAE. Son las anécdotas las que hacen la historia, y no al revés.

Y la historia reciente, la que se guarda en la memoria de un periódico con fecha de hoy, dice que Paula Vázquez en biquini tiene más tirón que Camps con sus trajes. Vaya «tela», menuda comparativa. Paco dimite con corbata y Sebastián sigue a lo suyo y encomendándose al emperador del Japón.

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