Opinión

El efecto Rubalcaba

Entre los “juegos de mesa” con los que se entretienen los políticos destaca el CIS que es una encuesta que se puede estirar a voluntad. Nada hay espontáneo en las encuestas, y en la del CIS mucho menos. Además, está por conocer al político al que le guste la espontaneidad.

El CIS es una realidad paralela, a veces acierta y otras no. Pedirle al CIS que llueva no siempre da buen resultado. De momento el PP estaba muy contento porque el CIS redactaba el certificado de defunción política de Zapatero, pero con el llamado “efecto Rubalcaba” esa distancia se recorta, aunque no es suficiente. Con o sin “efecto” el PSOE perdería el poder en manos de un PP que alcanzaría la mayoría absoluta.

El “efecto Rubalcaba” es otra monserga capitalina que nos divierte mucho a los periodistas, que ayuda a justificar titulares, que da juego en las tertulias, pero que dista algunas yardas de la realidad, (igual que el CIS). La economía, la crisis, está por encima de los efectos conocidos y los deforma hasta tal punto que los convierte en “defectos”, así que mucho se equivocan los que creen que el CIS es una quiniela que siempre acierta en sus resultados.

Existiría un “efecto Rubalcaba” si existiera un “efecto Rajoy” pero tampoco parece que triunfe en la valoración de líderes aunque lograría gobernar en solitario. Por lo tanto en las encuestas, como en la vida, lo importante no es presumir de las zapatillas que uno se ha comprado si no acabar la carrera sin arrastrar los pies. Lo demás son juegos de casino y chascarrillos de piscina entre pásame el “Marca” y dime qué hora es.

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