Opinión

La capilla de Cibeles

Ha tenido que venir el Papa a Madrid para darle al Palacio de Gallardón el significado que tiene, el de ser Santa María de las Telecomunicaciones como fue llamado en otra época. La fachada del Ayuntamiento de Madrid es un retablo neogótico al que le faltaba un altar blanco delante, y lo han conseguido Rouco mediante. El otro detalle es dejar a La Cibeles en el lateral, como si fuera una capilla muy visitada.

Jardiel eligió Getafe para la llegada de Dios a la tierra, lo contó en “La Turné de Dios”, que es un libro de humor muy serio y en el que se hace una crítica directa a lo que los hombres han creído que son los mandamientos. Jardiel hubiera disfrutado de este altar inmenso que ha colocado Gallardón para el mejor uso de las juventudes católicas reunidas en Madrid en pleno calor, sin importarle el mercurio porque tienen abanicos y sombreros blancos y amarillos. Y cantan con contagiosa alegría evangélica.

Cuándo el Papa se haya ido desmontarán el altar y volverá el tráfico por la zona, pero lo que no se nos va a olvidar es la imagen del retablo de las vanidades que Gallardón hizo construir ahora sabemos mejor por qué. No hay otro lugar en España para pedir que nos perdonen nuestras deudas teniendo en cuenta el alto nivel de ellas que tiene el Ayuntamiento capitalino.

Habrá que darle un premio al escenógrafo que ha planteado el decorado en tan magno lugar y que, al fin, nos ha enseñado lo que de verdad Gallardón quería y es construir una catedral provisional donde santificar su ego.

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