Opinión

Aisha Gadafi

Tenían razón las abuelas cuando recomendaban llevar siempre una muda limpia “por lo que pudiera pasar”, ellas siempre pensando en la consulta del médico. Médicos aparte cuando uno se va a probar unos zapatos y aparece un tomate en el dedo gordo aquello deja de ser un momento lucido para convertirse en una vergüenza difícil de superar.

Y lo de las mudas se podría trasladar a las viviendas, en su día le pasó a Juan Antonio Roca cuando en la Operación Malaya dejaron en evidencia los cuadros que tenía en el baño, entre ellos un Miró en el jacuzzi. Y luego vinieron las fotos de las cuadras y del salón con taburetes hechos con patas de elefante. Un esperpento bañado en oro.

Algo de eso le ha ocurrido a una de las hijas de Gadafi que era experta en batas y en tener hijos. Los rebeldes han difundido las imágenes de la casa de Aisha en la que lo hortera tenía rango de normalidad. Sólo por acabar con el sofá dorado merece la pena hacer una revolución y derrocar a un dictador.

Por cierto que el padre no aparece y hay quien dice que tiene apalabrada una exclusiva con los de “La Noria” este sábado. Hay que hablar con el manager que es el mismo que tiene Mouriño, y a su vez está casado con la decoradora de la casa de Aisha Gadafi, en adelante princesa de los horrores.

Más información