Opinión

El sueño turco

A las personas se les pone cara de otros cuando duermen, quizá porque el sueño nos transforma y también porque seamos otros realmente. Y a Blanco dormido se le puso cara de Moratinos despierto, lo cuál no deja de ser una divertida contradicción de “bellos durmientes”.

José Blanco se transportó a otro lugar mientras el presidente turco hablaba de la “alianza de las civilizaciones” que es algo elogioso pero que en plan cursi da tanta pereza como la lectura de versos de fin de curso en las ursulinas. Si quitamos los elogios a la madre superiora y los ponemos en la madre de todas las alianzas encontraremos el origen de la cabezadita que fue la siesta del fauno gallego. Decía Jardiel que la mayor parte de sueños no se alcanzan si no que se roncan, así que Blanco entendió perfectamente cuál era su papel reservado en la historia: el de feo durmiente.

Si no hubiera habido vídeo se podría pensar que la foto le había hecho un flaco favor pero la realidad dice que el ministro estuvo un buen rato en otro país, y que Trinidad Jiménez lejos de echarle una mano, sonrió y se echó para atrás para que se le viera mejor. En otros tiempos le habrían dado un codazo piadoso pero en Ankara las cosas estaban planteadas de otra manera, los ministros pasan de Zapatero con él presente.

El sueño debe de ser algo que afecta al entorno zapateril, hace poco Rubalcaba confesó que o se tomaba un café o se quedaba dormido en el escaño. Para lo que les queda en el convento, como diría Llamazares, mejor la cabezadita liberadora del sueño turco.

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