Opinión

Putas a crédito

Debajo de las alfombras siempre aparece todo tipo de polvo. En algunos despachos oficiales se están encontrando estos días facturas y resguardos de tarjetas correspondientes a pagos por servicios variados de atención sexual. Es decir, de prostitución mayormente femenina aunque también algún caso de contraprestaciones masculinas.

En este negocio, que la crisis está impulsando en sus múltiples variantes, no existen monopolios ni discriminaciones. La prostitución, la actividad comercial más antigua del mundo según los expertos sigue funcionando aunque, según parece actualmente con tarifas más adaptadas a las circunstancias económicas. La ley del mercado, en la que cada vez pesa más el intrusismo foráneo, impone sus reglas, que no son otras que las de una oferta variada y creciente y una demanda menguante. Pero en fin, para todo hay soluciones y el sector se ha modernizado con la introducción de tarjetas de crédito para el pago aplazado de las cantidades concertadas. Antes las prostitutas, siempre tan pragmáticas, no fiaban, pero eso ha cambiado y ahora antes de brindar su prestación tiran de bacaladera con la confianza de que al día siguiente el banco no las va a dejar a verlas venir. Lo sabemos mayormente porque entre el polvo de las alfombras holladas por el poder político o empresarial están apareciendo muchos restos del ADN de Visa, Master Card o Américan Express, y no siempre de titularidad personal.

En bastantes casos los servicios circunstanciales de cama prostibularia se han venido cargando al anonimato de los presupuestos oficiales lo cual además de extrañar e indignar deja mucho campo a la especulación morbosa. Los últimos conocidos por ahora son los que dejó en herencia un empleado de la Sociedad de Autores quien pagó sus escarceos puteriles con cargo a la capacidad creativa y consecuentes derechos de artistas y cantantes.

Más información