En la diana

Los palcos, las sillas y la ópera, vitales en las tardes-noches madrileñas

En una corte de los milagros, como la madrileña, los acontecimientos deportivos siempre han tenido una relevancia especial para los hombres de negocios de esta ciudad y otras cuantas. Sobre todo ese palco del Real Madrid del que tanto se ha hablado y se hablará en el futuro. Antes de ayer, los blancos barrieron al Lyon, con un Bernabéu en el que se dieron cita 85.000 espectadores. Hubo algunos claros en las gradas, pero no en el palco. Tampoco ayer había huecos en la zona vip del Nou Camp, donde se jugaba un partido de Champions.

Claro que para poner el cartel de ‘no hay billetes’, quizá ya no haga falta ser deportista. En sus últimas comparecencias públicas, el presidenciable Mariano Rajoy obtiene llenos clamorosos por la cantidad, y la calidad de los asistentes a sus actos.

Ayer contaba la prensa que en su comparecencia ante empresarios el martes en el País Vasco, hubo que ampliar las plazas, de 50 a 60, para dar cabida a todas las peticiones. No faltó nadie. Ni siquiera Ignacio Galán, el presidente de Iberdrola. No estuvo, al menos no se le menciona en los informes urgentes que aparecieron en los periódicos, Francisco González, presidente del BBVA, banco que, por ahora celebra sus juntas en Bilbao.

Aunque este ilustre banquero, probablemente, se abstuviera de acudir para hacer sitio en el evento a sus compañeros empresarios, puesto que él, según explican algunos tertulianos habituales de las mesas más finas de la Villa y Corte, ya se ve mucho con el probable próximo inquilino de La Moncloa.

Claro que para espectáculo la ópera. Ese Teatro Real al que la llegada de Gerard Mortier como director general ha dado nuevos aires. Y, por supuesto, lo mejor nunca está en el escenario. Son los palcos los que cuenta. O si no lean a Elvira Lindo.

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