Opinión

Franco con burbujas

Eugenio Merino, su creador, le ha llamado «Always Franco» y nada más empezar ARCO ya ha conseguido triunfar con un dictador metido dentro de una máquina de refrescos. Sabíamos que Franco no se había ido del todo pero verlo iluminado por los neones y dispuesto a salir si pones unas monedas, impresiona. De haberlo sabido la defensa de Garzón lo podría haber llamado a testificar al Supremo para demostrar que el dictador aún está fresco y que no ha perdido brillo.

Franco duró ochenta años pero la digestión del franquismo la hacemos a cámara lenta porque somos rumiantes de nuestro pasado, de ahí que acojone verlo tan cerca. Si supiéramos que estaba bien muerto entonces lo tendríamos como un extra de «Thriller», uno de aquellos zombies que bailaban con Michael Jackson antes de que Jackson pasara a ser otro zombie más.

De todas formas es más cariñoso meter a Franco en una nevera que hacerle pasta de tornillo como ha ocurrido con el «Azor» que era un barco de Patrimonio Nacional en el que Felipe se le ocurrió dar una vuelta y le cayeron las iras propias y ajenas. El «Azor» es ahora una escultura arrugada mientras que su patrón luce dentro de una nevera como las que se ponen en los pasillos de las empresas para que la gente haga cola junto a la máquina del café.

El arte es provocación y Eugenio Merino ha conseguido triunfar en ARCO sin que se abrieran las puertas. Otra cosa es quién va a comprar a este Franco con burbujas para ponerlo en el salón y no ahuyentar al gato.

Más información