Opinión

Oficio de primavera

Desde los romanos pasando por los renacentistas, Bécquer y Campoamor, hasta llegar a la presente edad del Twitter, siempre se ha tenido a la primavera como elemento gozoso y dado a la expansión de los sentidos. Pero en algún momento el paisaje de encanalló y si hoy volvieran las oscuras golondrinas a su balcón los nidos colgar… se encontrarían con unas escopetas apuntando. Hemos llegado a la primavera como objeto arrojadizo.

La cosa ha empezado por Valencia dónde el ambiente se ha espesado en demasía. Dice Rajoy que esta no es la imagen que debemos dar de España y no le falta razón, tampoco es la imagen que debe dar un jefe de policía y eso es responsabilidad del ministro del Interior que reporta al presidente. Unos por otros y la primavera tocando a la puerta sin que nadie remedie este cabreo sordo que grita y convierte las aceras en nuevo teatro de cachiporra.

Se hacen pancartas y se propagan lemas por la red, uno de los que más éxito está teniendo es el de “yo también soy en enemigo”. La frase del jefe de policía de Valencia no podía ser más desafortunada. Los alumnos del “Luis Vives” pueden estar equivocados, o pueden haber actuado de manera violenta, pero lo que se espera de la policía es que pacifique.

Lo deseable sería que en primavera los parques se llenaran de flores y no las calles de algodón ensangrentado. A porrazos nunca hemos funcionado bien, tampoco entre enemigos.

Que vuelva la primavera, esa que esconde detrás la Gioconda, tanto la de París como la de Madrid, y si fuera posible otra que hubiera en Valencia.

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