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¿Hay alguien que piense en La Zarzuela?

En el eventual supuesto de que hubiera algún ser pensante en el entorno de La Zarzuela, hace tiempo que tendría claro que resultaba poco menos que imposible, y además perjudicial para la Corona, que la infanta Cristina no hubiera resultado imputada por el ‘caso Nóos’.

De hecho, a medida que pasaba el tiempo, era bastante difícil sostener ante la opinión pública la extraña circunstancia de que el juez José Castro, encargado de la instrucción, hubiera imputado a Ana María Tejeiro -la esposa del socio de Iñaki Urdangarín, Diego Torres-, que ni siquiera formaba parte de la junta directiva del Institutuo Nóos, y no le diera el mismo trato a la Infanta que sí estaba incluida en ese grupo y era, además, secretaria y dueña del 50% de Aizoon SL, una compañía que el duque de Palma empleaba para apropiarse de los fondos ilegales que captaba a través de esta trama.

La imputación, sin embargo, puede fortalecer a la Monarquía. Por supuesto, sirve para demostrar que el Rey creía de verdad en us ya famosa frase en la que reivindicaba una ‘justicia igual para todos’. Y, sobre todo, si una vez que Cristina haya declarado, el juez Castro no encuentra motivos suficientes para sentarla en el banquillo, el paseo de la Infanta por los tribunales dejará a la totalidad de los miembros de la Corona fuera de cualquier sospecha de colaboración o connivencia con los negocios ilegales de Iñaki Urdangarín. Lo mismo que si hubiera sido juzgada y absuelta.

Lo que estaría haciendo ahora mismo ese ser pensante, en el caso de que, como decíamos antes, exista, sería cuidar al milímetro los detalles de ese desagradable paseíllo que sí o sí, la Infanta iba a tener que dar cualquier sábado por la rampa que conduce a los lóbregos juzgados de Palma. Tendría pensado ya el vestido que ese día se va a poner la princesa y a qué modisto encargarlo y también se habría asegurado de que el propietario del cerebro privilegiado que le escribe los argumentarios a Urdagarín estuviera a muchos kilómetros de distancia de Cristina desde ya. Si es inocente, la infanta sólo necesita entrar y salir del juzgado con dignidad para recuperar, inmediatamente, el favor y el aprecio de la mayor parte de los ciudadanos españoles.

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