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Recortes y más recortes…y subida de impuestos, aunque no tocaba

Quizá no sea conveniente preguntarle al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, algo tan sencillo como ¿quo vadis? Sobre todo por si se confirmaran las sospechas que algunos tienen ya y resultase cierto que no sabe dónde va.

El espectáculo ofrecido por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y los dos responsables económicos, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes es difícil de describir por lo inenarrable. Lo mejor en este caso es ver las imágenes que las televisiones grabaron en el evento que, desde luego, se explican perfectamente por si solas. Ya no es que el PP, desde que llegó al poder, haya incumplido por completo su programa electoral. El asunto va a más. Ya ni siquiera respetan lo que aseguro el presidente un par de días antes. Cuando Rajoy, en los pasillos del Congreso le aseguró a una periodista que “no habría impuestos el viernes”. ¿Mentía? o ¿Ni siquiera sabía lo que iba a presentar? El asunto no es menor, porque esas palabras son las únicas que ha pronunciado el presidente sobre lo que tiene pensado hacer en una semana en que los ciudadanos han sabido que en España hay 6,2 millones de parados.

De ahí que cada vez resulte más evidente que nadie, ni en el Gobierno, ni en la oposición sabe a dónde se dirige la lamentable situación económica de este país ni la del conjunto de sus golpeados ciudadanos. Los espasmos peristálsticos con los que se manifiesta la acción de gobierno parecen responder sólo a un cúmulo de razones variopintas que van desde las presiones de Bruselas a los intereses electorales de determinados grupos con capacidad de influir en las políticas que les afectan más directamente. Y nada más.

Ayer viernes, el PSOE volvió a perder la ocasión de demostrar que es una alternativa de Gobierno. O, por lo menos, de de responder a los intereses de aquellos que, a pesar de todo, les votaron. No hubo tal. Sólo una oportunidad perdida y la promesa evanescente de que el próximo lunes, dirán algo. ¿Qué dirán? No hay que fiarse demasiado de un partido político que parece conformarse con la estrambótica propuesta de eliminar en toda Europa los billetes de 500 euros como gran aportación socialdemócrata a la lucha contra la crisis. Una propuesta que, por cierto, no merece ni ser comentada.

Al final, por desgracia, hasta ese político populista que es Miguel Angel Revilla sabía que en el primer trimestre del año se iba a superar la barrera de los seis millones de parados. Sólo en el Gobierno y en el principal partido de la oposición se desconocía esa realidad. Por eso y por la total ausencia de iniciativas para solucionar el verdadero problema de la sociedad española resulta lógico que la sociedad pueda sentir que ni el PSOE ni el PP la representan y esa certeza servirá para que la horizontalización que suponen las mareas y los movimientos de protesta y reivindicación sea percibida como la única vía posible. No para protestar. Para encontrar la solución a está situación insoportable.

Mientras, los políticos siguen encerrados dentro de ese ‘Fort Apache’ en el que han convertido al Congreso de los Diputados. Porque la semana también ha quedado marcada por el inmenso ridículo ralizado por la delegada del Gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes, que blindó el Congreso con 1.400 policías del peligrosísimo ataque de 1.000 manifestantes. Estaría bien saber cuánto dinero se gastó en hacerlo. Y cuánto más en mantener las redes de información que no supieron valorar la magnitud de peligrosidad y violencia de la protesta. Sobre todo, porque si están decididos a racionalizar el gasto de las administraciones tal vez podrían empezar por meterle la tijera a este tipo de partidas.

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