Estamos un poco acojonados por aquí después de leer que el Gobierno griego ha dicho que si los profesores se ponen en huelga durante el período de exámenes de acceso a la universidad, irán a la calle y, en el peor de los casos, también a comisaría unas cuantas horas. O días, qué sé yo.
A ver, que Grecia no es Somalia. Que Grecia es un país de la Unión Europea y también del euro. Que uno va a Grecia sin tener que mostrar el pasaporte porque con el DNI le basta y le sobra. Que compartimos moneda. Y que sus ministros y mandatarios se reúnen con los nuestros cada dos por tres en Bruselas para hablar de aspectos políticos comunes. ¡Que es que son una nación democrática!
Mi jefe también estaba algo enfadado con esta cuestión. Tampoco cree que por aquí se vaya a llegar a esos extremos, entre otras cosas porque no se puede comparar a un país con la forma de España con otro como es Grecia, que por cierto y a pesar de su gran capacidad fiscal, apenas cuenta con 10 millones de habitantes. Pero mosquearse se ha mosqueado un rato. Y que dónde quedan, ha preguntado, esos principios democráticos que tanto aportaron a la Historia de Occidente ahora.
