Mi jefe dice...

La CNMV, Bankia y unas cuantas preguntas sobre trazabilidad

Yo de cuestiones bursátiles entiendo lo justo y lo necesario. Llevo aquí algún tiempo y de algo me suena la cosa; sé que el rojo es que algo baja y el verde que algo sube. O dicho de otro modo; que el rojo es que hay más gente vendiendo que comprando y que el color verde simboliza que hay más gente comprando que vendiendo. Pero poco más. Por eso no entiendo muy bien lo de Bankia, que unos días tiene pintado en la pantalla un 30% en verde y al siguiente tiene un 13% rojo, estando el resto de valores muy alejados, casi siempre, de esas cifras tan pasmosas.

Aplicando la máxima de que el diablo sabe más por viejo que por diablo, le he preguntado a mi jefe los motivos que nos llevan a presenciar toboganes de cifras estrambóticos. El tipo, tras escuchar el planteamiento y la cuestión, me ha invitado inmediatamente a coger el teléfono y llamar a la CNMV, para preguntarles que por qué no toman cartas en el asunto, pues no tiene ni idea y le rondan la cabeza las mismas preguntas que a mí.

Partimos de una base: los reguladores europeos, y en particular el español, tienen la costumbre de controlar en bicicleta una autopista de cuatro carriles plagada de coches de alta gama. Esto quiere decir que si realmente quieren evitar la especulación salvaje, y suelen estar para eso, tienen que potenciar su capacidad de disuasión ante las carencias técnicas que arrastran a la hora de prevenir ataques. Es decir: deberían advertir a los especuladores de que, si bien no pueden detener sus incursiones, sí pueden castigarlos después.

Así que lo deseable, dice mi jefe, es que la CNMV utilice sus armas, que las tiene. Ante la incapacidad de preveer cuánto y cómo se va a especular, lo que puede hacer es, si se da el caso, suspender la cotización y, justo después, realizar una revisión de quién está operando ahí. Lo que viene siendo la famosa fotito. Y establecer de este modo una trazabilidad de las operaciones: saber cómo y de dónde vienen. Como pasa con las lechugas del Eroski.

El regulador se tendría que acostumbrar a hacer estas cosas en general. Pero es que con Bankia la preocupación tendría que ser añadida, pues la bromita nos ha costado a todos los españoles 30.000 millones de euros. Es decir, que es una institución (financiera) pública. Y como algo público, que por cierto el regulador también lo es, el cuidado tendría que ser máximo.

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