Opinión

Sigue el despilfarro

Mientras la austeridad aprieta, los recortes de lo necesario se multiplican y las amenazas de mayores sacrificios siguen imponiendo titulares de prensa, algunos clubs de fútbol continúan exhibiendo sus despilfarros obscenos y provocadores anunciando fichajes supermillonarios en su empeño por conseguir que la habilidad para patear un balón se convierta en el mérito más valorado, y mejor remunerado, de cuanto la capacidad humana pueda aportarle a una sociedad que cada vez galopa más deprisa hacia la degradación social y la miseria. Mientras el grueso de la gente se sacrifica, ellos siguen despilfarrando.

Estamos en días de fichajes y casi cada hora se anuncia con énfasis de verdadera heroicidad el éxito de pujar por jugadores y entrenadores en un deplorable ejemplo de desprecio a la situación de los que sufren el desempleo, de las empresas y negocios que tienen que cerrar o las familias que tienen que vivir poco menos que de la exigüidad de unas pensiones compartidas entre muchos. Una ofensa, que refleja que los tiempos no pasan para las injusticias ni para la solidaridad; ni siquiera para la desnutrición los miles de niños que en esta España, cuya marca queremos exportar, están mal alimentados.

Es vergonzoso estar acatando órdenes foráneas de apretarse el cinturón hasta que ya los huesos no aguanten, tener que soportar impertinencias de expertos apodados de negro e implorando ayudas para mantener a flote a algunos bancos que en los tiempos de vacas gordas se pasaron de frenada y mientras tanto unos personajes de vanidad inconmensurable van por ahí exhibiendo chequeras que para mayor inri ocultan gigantescas deudas en unos alardes de grandeza sonrojante. Somos los últimos en casi todo y también los más pobres en buenas iniciativas, pero los ricos de un fútbol — no el que nos honra gracias a los protagonistas nativos — emputecido que, sí, despierta pasiones igual que oculta grandes tejemanejes.

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