Más o menos...

Algo sí va a cambiar

Aquello de que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor va a convertirse en un realidad, presente y tangible, para muchos responsables de los partidos políticos españoles. Por los menos, en lo que se refiere a algunos aspectos relacionados con su financiación.

Todo este asunto de Luis Bárcenas sus donantes y sus sobres va a tener consecuencias, porque va a ser difícil que los ciudadanos con posibles se animen en un contexto como el actual a tirar de chequera y contribuir con la causa entre bambalinas sin que su desembolso ‘altruista’ sea conocido por el público. Y, en esas circunstancias, las cajas de algunas formaciones van a verse bastante menguadas a medio plazo. Eso le va a pasar seguro al PP, por supuesto. Pero también a CiU, quizá al PNV y, aunque a lo mejor la caída de ingresos es menos intensa, al PSOE y a la mayoría de las formaciones regionales o de ámbito local que han proliferado en los últimos años.

Y, a corto plazo, quien quiera aprender la disciplina de cómo gestionar una organización de este tipo en estos tiempos de crisis económica tendrá que tener en cuenta los ejemplos recientes de instituciones, cuyos gestores han lidiado, y lidian, con situaciones complicadas en lo financiero. Como, por ejemplo, los sindicatos, o esa IU que viene de una dura travesía en el desierto. O, el propio PSOE que en estos momentos, y sin que se hable casi nada sobre el asunto, protagoniza un ERE encubierto de dimensiones nada despreciables.

Quizá en estos y otros ejemplos de supervivencia en tiempos de escasez puedan encontrar inspiración los próximos encargados de las finanzas partidarias. Porque, si la lógica se cumple, durante una larga temporada, no va a haber más ‘barcenas’, ni más maletines, ni más sobres. La ‘sequía’ de liquidez que se avecina para los grupos políticos va a configurar, sí o sí, una nueva etapa en las relaciones entre los ciudadanos y sus representantes. No se sabe si mejor o peor, pero, desde luego, bien distinta. Mucho más transparente y limpia y con menos espacio para las marrullerías, las trampas y el lucro personal asociado a esas prácticas opacas que eran moneda común hasta casi ayer mismo.

¿Serán además eficaces esas nueva fórmulas? No se sabe por ahora y todavía queda algún tiempo para tener alguna pista al respecto. En concreto, hasta que lleguen las próximas elecciones locales y autonómicas. Antes están las ‘europeas’, pero aquí no se va a notar mucho porque no prácticamente no hay poder en juego, más allá de saber cuantos votos pierde cada uno por el camino como consecuencia de la desafección creciente entre los ciudadanos y los políticos.

Pero, luego vendrá la hora de la verdad y va a ser curioso presencia como se desarrollan los próximos comicios importantes sin que existan ya las socorridas cajas de ahorros de otros tiempos o las brigadas de constructores locales en busca del pelotazo que, hoy por hoy, están devastadas y tienen a algunos de sus miembros más notables de viaje por los juzgados con riesgo cierto de paseo por la cárcel.

Por eso, como decíamos antes, algo sí que va a cambiar en los partidos políticos. Aunque eso no quiera decir que los nuevos aires que, muy probablemente, traiga esa renovación inevitable vayan a durar siempre.

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