Alemania estudia expulsar a los ciudadanos europeos que habiten en su territorio sin trabajo. Parece que el Este de Europa sólo gusta para unas cosas. Alemania está estudiando medidas para expulsar a los ciudadanos europeos que no tengan trabajo. Y la Comisión Europea ha dicho que, según la normativa continental, puede hacerlo. Pese a la posibilidad legal de hacerlo, a Angela Merkel le han llovido críticas. Desde Berlín alegan, sin embargo, que es que tienen muchos rumanos y búlgaros en el país sin dar un palo al agua.
A mi jefe le parece que los alemanes podían haber pensado mejor lo de abrir fronteras hacia el Este de Europa antes de, efectivamente, abrirlas. Porque las desigualdades sociales entre Alemania y países como Bulgaria o Rumania hacían vaticinar sin necesidad de ser un experto en geopolítica internacional que los flujos migratorios, y su densidad, iban a ser los que han sido.
Pero claro, a los alemanes les convenía bastante el Este de Europa en términos económicos: mano de obra barata y, sobre todo, grandes receptores de sus exportaciones. En consecuencia, actuaron en esos lugares y los arruinaron, queriendo arruinar ahora, al ver lo que han traído sus actos, el espacio de solidaridad que teóricamente suponía la Unión Europea.
