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Los bancos portugueses dan un ultimátum a Lisboa

La incertidumbre política, las incesantes rebajas de ‘rating’ y la sombra del rescate han disparado hoy la rentabilidad de la deuda a cinco años de Portugal por encima del 10%, superior al interés exigido a Irlanda antes de su rescate. Además, para complicar aún más la situación, los bancos del país han dado un ultimátum al Gobierno para forzarle a que acepte la ayuda europea.

Según asegura la agencia Dow Jones, Banco Espirito Santo, Millennium bcp y BPI tienen previsto trasladar al banco central del país una advertencia: Los bancos tienen sus necesidades y no pueden mantener abierto el grifo para el Estado mucho tiempo más. El mensaje llega un día antes de que el Tesoro luso lleve a cabo una subasta de letras con la que espera captar 1.000 millones de euros, que ayudarán a cubrir los vencimientos de abril (4.230 millones de euros).

Los grandes bancos portugueses, que también han visto recortados sus ratings en las últimas jornadas por el efecto arrastre de los descensos en las calificaciones del país, han sido los mayores financiadores del Estado. Entre otros motivos porque estas entidades podían usar esta deuda como colateral en la ventanilla de liquidez del Banco Central Europeo (BCE).

Los bancos portugueses dependen en gran medida del organismo que preside Jean Claude Trichet porque tienen un acceso limitado a los mercados de bonos, en medio de los temores existentes sobre Portugal, que podría convertirse en el tercer miembro de la zona del euro en solicitar un rescate.

Este plan serviría para hacer frente a los vencimientos que afronta Lisboa durante este segundo trimestre y resistir al acoso de los inversores hasta que se celebren los comicios. La dimisión del primer ministro, José Sócrates, tras el rechazo del Parlamento a su cuarto plan de ajuste obligó a convocar elecciones anticipadas, que han sido anunciadas para el 5 de junio. Precisamente, la agencia Moody’s (que recortó hoy la calificación del país) ha justificado su decisión por el incremento de la incertidumbre política, lo que se traslada al ámbito presupuestario y al económico.

Las dudas, al mismo tiempo, elevan el riesgo de que el Gobierno no sea capaz de cumplir los ambiciosos objetivos de reducción del déficit fijados en la actualización de su Programa de Estabilización y Crecimiento (PEC) para el periodo 2011-2014. Por estos motivos, vaticina que el país tendrá que recurrir aunque no quiera a la ayuda de sus socios del euro.

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