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Los líderes de la UE diseñarán un plan para resolver el problema de la deuda

Mañana tendrá lugar en Bruselas un encuentro intenso, al que acudirán los líderes de las diferentes potencias de la Unión Europea (UE). En él se comenzará a perfilar la estrategia a seguir en 2011 para que la crisis de deuda no se repita. O, por lo menos, para que no se repita con la virulencia de la que hizo gala en 2010, cuando obligó a dos países –Grecia e Irlanda- a requerir un rescate financiero.

Los mercados muestran un ligero optimismo en los momentos previos al encuentro. Así lo demuestran las deudas de los países periféricos. Los bonos griegos a diez años ya ofrecen un rendimiento por debajo del 11%, los papeles irlandeses han abandonado, a su vez, el 9% y los lusos también se han desmarcado del 7%, las preocupantes cifras que ofrecían a los inversores hace tan sólo unos días.

Son muchos los expertos que coinciden en que parece que, por fin, el Viejo Continente ha decidido coger el toro por los cuernos al tratar de impulsar un Fondo de Rescate Europeo (EFSF, por sus siglas en inglés) que también tenga en cuenta el largo plazo, y no sólo el corto, como hicieron sin embargo los rescates financieros que recibieron en Grecia (mayo) e Irlanda (noviembre), y que han demostrado no solucionar la raíz del problema.

No obstante todavía hay que limar asperezas. Alemania, junto a Francia y el resto de países triple A de la zona del euro (Austria, Holanda, Luxemburgo y Finlandia) quieren que el EFSF se amplíe hasta poder otorgar un crédito efectivo de 440.000 millones de euros, que es el presupuesto teórico del mecanismo, aunque en la práctica actualmente sólo pueda repartir 250.000 millones de euros si no quiere perder, a su vez, la máxima calificación.

Además, estas potencias piden que la ampliación sea costeada por los países con una menor nota de rating, ya que precisamente por culpa de su baja calificación se puede prestar menos dinero del establecido en teoría. Y también piden (más) reformas estructurales en las potencias con dificultades. En palabras de un portavoz del Ministerio de Finanzas alemán consultado por EL BOLETÍN: “Queremos impulsar un paquete de medias coherente, y no sólo centrarnos en una ampliación de efectivo”.

Enfrente se encuentran países como Bélgica, que no sólo no parecen acoger de buena gana la idea de costear la ampliación del EFSF, sino que además piden un aumento del presupuesto del Fondo que alcance el billón de euros. Desde Berlín se niegan a aceptar tal compromiso.

España, de la mano de la ministra de Economía Elena Salgado, ha aplaudido la iniciativa alemana de que se lleven a cabo más medidas en los países débiles de la zona del euro, aunque se ha apresurado a excluir a la economía española de este grupo. Desde París, la ministra de Finanzas gala, Christine Lagarde, ha informado de que estas reformas no estarán en las discusiones de mañana, aunque sí ha aclarado que este tipo de ideas no son sólo patrimonio germano, sino también francés.

En cualquier caso, y a pesar de estas diferencias, la base de que existe la necesidad de llevar a cabo medidas para prevenir más rescates financieros en el futuro están ahí, y eso ya es más de lo que existía en Bruselas el pasado otoño.

En cuanto a si el EFSF, una vez definido, tendrá éxito o no, de momento no se puede saber. Los expertos aseguran que el mecanismo de rescate funcionará si los países periféricos logran reducir su volumen de deuda emitida (mediante la recompra de la misma) y si, a partir de entonces, logran refinanciarse a unos tipos de interés mucho más asequibles. Como segundo objetivo, tendrá que soportar las reformas en los sectores bancarios más castigados de la región, que probablemente determinarán las pruebas de solvencia que se realizarán el próximo mes de marzo (y a las que, por cierto, el Bundesbank no mira con buenos ojos, ya que asegura que pueden suponer un riesgo añadido y no parte de la solución).

Así que los primeros puertos en los que tiene que desembarcar el nuevo EFSF deberían ser Atenas y Dublín.

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