En una subasta dura, en la que no se cubrió el 100% de la oferta, los operadores financieros obligaron al Tesoro español a alinear los intereses de la deuda que intentaba colocar con su cotización en el mercado secundario.
En total, una prima de 40 puntos básicos sobre el cupón del diez años y otra de 118 sobre el del 15 años. Tras el forcejeo los tipos marginales quedaron situados en el 5,921% y el 6,218% respectivamente. Unos guarismos desconocidos desde el año 1999, cuando aún no circulaba la moneda única por el Viejo Continente.
Unos guarismos muy por encima de los registrados en las dos subastas anteriores de deuda comparable que se cerraron al 5,409%, en el caso del diez años y al 6,043% para el 15 años. Quizá porque estas colocaciones los pasados días 19 de mayo y 16 de junio, momento en que la situación de los mercados de deuda era algo más estable que en la coyuntura actual.
A pesar del aumento experimentado por los costes de emisión, el Tesoro sólo colocó el 95,3% de la cantidad prevista. Los volúmenes se repartieron entre 1807 millones de bonos a diez años, en los que la demanda se elevó hasta 3.429 millones, y 814 en títulos a 15 años, donde los operadores solicitaron 1.694 millones.
Afortunadamente para los intereses de España, en los instantes previos a la subasta el diferencial en los mercados secundarios entre el diez años español y el alemán se movía a la baja, en el entorno de los 317 puntos básicos y relativamente lejos del máximo de 370 que registró el lunes.
